La torre de marfil

Este es un espacio para quienes quieren conversar sobre el Perú con la distancia -y marginalidad- de la diáspora. Le daremos particular importancia a la política doméstica y los conflictos culturales de las sociedades del norte para establecer contrastes irónicos en relacion al Perú.

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Nombre: Eduardo Gonzalez
Ubicación: Brooklyn, New York, United States

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miércoles, julio 27, 2005

La prensa asediada

Quienes siguen la politica americana no han dejado de notar el desarrollo de una suerte de caso Watergate: el caso de la delacion de Valerie Plame y sus repercusiones en la profesion periodistica.

Hagamos un breve recuento. Como todos recordamos, la excusa principal del gobierno de Bush para justificar la invasion de Irak fue la acusacion que el regimen de Saddam Hussein construia y almacenaba armas de destruccion masiva. En un mensaje en febrero de 2003, semanas antes de la agresion, el presidente Bush indico que el gobierno de Hussein habia intentado adquirir uranio en la republica africana de Niger.

Hoy sabemos que esta justificacion de la guerra-como tantas otras- fue falsa. Lo que algunos han olvidado es que fue en su momento desemascarada por el embajador Joseph Wilson, un diplomatico enviado por el Departamento de Estado (el ministerio de relaciones exteriores de los EEUU) a Niger a averiguar la supuesta compra de uranio. Wilson, en un articulo publicado en julio del 2003, luego de la caida de Hussein, revelo que el no habia descubierto ninguna compra de uranio y que -por consiguiente- la acusacion de Bush fue falsa desde el principio. (Si leen ingles, vean el articulo de Wilson en http://www.commondreams.org/views03/0706-02.htm)

Pocos dias despues, el columnista Robert Novak publico un articulo en el que examinaba la mision de Wilson y revelaba al publico que -de acuerdo a fuentes de la Casa Blanca- la tal mision fue encargada al embajador a instancias de su esposa -Valerie Plame- quien es una agente de la CIA especializada en armas de destruccion masiva. (Si leen ingles, encuentran el articulo de Novak en http://www.townhall.com/columnists/robertnovak/rn20030714.shtml)

Y ese es todo el problema: en los EEUU es un delito revelar la identidad de un agente de inteligencia puesto que -evidentemente- tal acto acaba con la utilidad del agente y pone en riesgo su seguridad. El embajador Wilson vio en el articulo una confesion de parte: la Casa Blanca habia decidido "quemar" a su esposa. Por que? Por venganza. Para golpear a quien habia puesto en evidencia a Bush como mentiroso.

Bajo presion, Bush declaro que quien hubiera cometido el delito seria separado de su gobierno y se instalo una fiscalia especial a cargo del caso, que cito a una serie de personas a declarar ante el juez, entre ellas a periodistas que investigaron o publicaron sobre el asunto.

Dos periodistas, Matt Cooper de "Time" y Judith Miller del "New York Times" se negaron a declarar reivindicando el derecho al secreto de la fuente y fueron amenazados con ir a la carcel por desacato. A pesar de su pedido de apelacion, la Corte Suprema se nego a oir el caso, con lo cual se vieron obligados a escoger entre el deber de colaborar con la justicia penal y el deber profesional.

La revista "Time" decidio que sus periodistas no estaba por encima de la ley y entrego todos los papeles de Cooper al juez. El mismo Cooper se allano a cooperar luego -segun el- de ser relevado del secreto por su fuente. El "New York Times" y Miller decidieron no cooperar citando su tradicion periodistica y alegando que sin el respeto a la fuente es imposible hacer periodismo libre. Como resultado, Judith Miller esta en la carcel sin fecha de salida.

Es evidente que nadie esta por encima de la ley, pero es tambien cierto que algunas profesiones tienen acceso a informacion reservada. La pregunta es cuanto y en que modo. Debieran los sacerdotes revelar secretos de confesion ante la justicia? Deben los abogados delatar a un cliente? Yo mismo trabajo en el area de derechos humanos; como podria tomar testimonio de una victima de tortura y decirle que no puedo garantizar su secreto si un juez me pide el nombre?

Miller ha dicho que respeta la ley, pero que la ley es injusta y por lo tanto ve su actitud como un ejemplo de desobediencia civil. Con su situacion se ha convertido en una heroina inesperada. MIller, despues de todo, es una de las periodistas que mas contribuyo desde el "Times" al clima de guerra posterior al 11 de setiembre con diversos reportajes sobre las supuestas armas de destruccion masiva de Hussein. Dado su profesionalismo (es una ganadora del Pulitzer y su actual situacion hace evidente su madera de periodista) es obvio que fue victima de fuentes que la desinformaron de principio a fin. Ahora esta en la carcel para indicar que incluso esas fuentes merecen proteccion.

Es ademas una heroina en una situacion muy forzada: Judith Miller investigo el caso Plame pero nunca publico una linea sobre el asunto. Por que, preguntan algunos, esta actitud obstinada tanto de ella por defender fuentes no usadas y del juez por interrogar a una periodista que no publico nada? Como muchas otras cosas en los EEUU, por principio. Para Miller y el "Times" es inadmisible revelar la fuente y seguir siendo periodista. Para el juez y el fiscal, es imposible que una profesion se considere por sobre la ley.

Lo cierto, sin embargo, es que hay muy poca solidaridad con Miller o el "Times". La credibilidad de la prensa ya es bastante debil luego de su unanime apoyo a la paranoia que condujo a la guerra en Irak. En el caso del "Times" la cosa es mas grave puesto que a mediados del 2003 debieron admitir que uno de sus reporteros de planta -Jayson Blair-publico en el periodico varias historias completamente inventadas. Las elecciones del 2004 tampoco ayudaron: en setiembre, poco antes de la votacion, la cadena NBC debio admitir que transmitio un reportaje sobre el servicio militar del presidente Bush basado en papeles fraguados.

La actitud de Miller es admirable, pero pocos estan dispuestos a creer que ha surgido un(a) mesias entre los fariseos. La prensa -que no se caracterizo por su objetividad en el periodo pre-guerra- esta tratando desesperadamente de recuperar credibilidad, aunque le cueste la carcel. En realidad, quienes estan tratando de recuperar credibilidad son una parte de la prensa. Varias cadenas y medios ni siquiera se lo plantean: basta escuchar las noticias en la cadena Fox para ver que la investigacion ha cedido paso a la agitacion y propaganda pura y simple.

La prensa esta asediada en EEUU por dentro y por fuera. Por dentro, por la caida de sus estandares, por su partidarizacion y obsecuencia con el poder politico. Por fuera, por la presion de revelar fuentes y -por consiguiente- destruir sus pocas posibilidades de reafirmarse como profesion independiente. La ironia de que esto ocurra en los EEUU, paladin de la libertad de prensa, y no en alguna tirania asiatica -por supuesto- no se le escapa a nadie.

martes, julio 05, 2005

La batalla por la corte suprema

En Estados Unidos, la designación de los jueces no es -como en el Perú- solapadamente politica. Es abiertamente, públicamente, y -esto es lo crítico- transparentemente politica.

Los jueces de cada estado en lo civil y en lo penal son elegidos por los ciudadanos en elecciones similares a las elecciones de consejo o de municipio. Lo mismo pasa con los fiscales. Los jueces designados por el gobierno federal, en cortes de apelación que pueden revertir decisiones estatales, son propuestos por el Presidente de la república y confirmados por el Senado. Los jueces de la Corte Suprema, que hace las veces de Corte de Constitucionalidad, son también propuestos por el Presidente para confirmación senatorial.

Cualquiera supondría que un proceso de este tipo produciría un gran caos y un debilitamiento de la autoridad judicial. Sin embargo, una vez confirmados en sus puestos, pocos funcionarios públicos son más poderosos y respetados que los jueces. Por otra parte, la tendencia a la negociación entre los dos partidos y la multiplicidad de puestos en disputa electoral, hace que la polarización sea manejable.

Hace diez años, cuando visité los Estados Unidos por primera vez, visité a un juez en el estado de Maryland, cerca a la capital, para conocer su trabajo. Durante la cena, el juez contó que -en uno de sus recientes casos- había tenido que mediar en una disputa entre un patrón que quería cerrar una fábrica y obreros que querían que permaneciera abierta. Como medida cautelar, durante el tiempo que le tomara decidir el caso, el juez tomó posesión de la fábrica y estaba a cargo de su administración. Para mi, que venia del Peru, el poder de este juez era una sorpresa completa: conocia yo el caso de una fabrica de productos quimicos en la zona de la Avenida Argentina, en Lima, enjuiciada por los vecinos de la zona por contaminacion. Hacia años que los vecinos habian ganado el juicio y la fabrica seguia en actividad.

Otro ejemplo reciente del poder de los jueces es el caso de Guantanamo, donde la Corte Suprema ordeno al gobierno de Bush acabar con el limbo legal en el que estan los prisioneros, determinando si tienen acusacion firme y dandoles un juicio justo a quienes la tengan; el presidente puede reclamar y quejarse, pero lo tiene que hacer. Por contraste, en el Peru, un juez puede ordenar el arresto de un acusado, pero basta que un ministro levante la voz o que la policia simplemente decida en contrario, para que los perpetradores sigan disfrutando de la proteccion de vivir en una villa militar o se internen en una clinica privada luego de sufrir un conveniente soponcio.

El problema en los EEUU es que -hace décadas- factores como la migración de la clase media hacia los suburbios, la destrucción de la clase obrera industrial y la conservadurización de sus restos, la emergencia de la derecha religiosa, han puesto el conjunto del sistema político americano en crisis. La composición del congreso nacional y de los congresos estatales se ha vuelto más difícil de cambiar porque -con el tiempo- los distritos electorales se han hecho más homogéneos y cada distrito tiende a elegir siempre a alguien del mismo partido. Más aún, los distritos se han fijado con el objetivo de una cierta predecibilidad, de modo que en la mayoría de distritos no hay competencia real.

En una situación como esta, en la que ambos partidos tienen bases seguras y sólo unas cuantas donde realmente compiten, el estímulo para cada partido no es ya la búsqueda del consenso o del acuerdo, sino la búsqueda de la pose radical que apela a la base más activa y comprometida. Los políticos americanos se parecen cada vez menos a los del resto del mundo, que prometen de todo, de acuerdo a la base que visitan. Como se pudo ver en la reciente campaña electoral, da más réditos prometer una sóla cosa, consistentemente extremista, para mantener a las bases movilizadas, en lugar de tener una plataforma amplia y vaga.

Recuérdese además que en EEUU el voto es voluntario, por lo que -por definición- votan los que están interesados; aquéllos que sienten que en realidad hay algo importante en juego, los politizados, que son -a su vez- los que encuentran más fácil confiar en un político como el Sr. Bush, de ideas escasas, pero fijas.

En esta situación, de pronto, la jueza Sandra O'Connor, integrante de la Corte Suprema, ha anunciado su retiro, abriendo la posibilidad para que el Presidente Bush proponga un nombre para confirmación senatorial. Lo crítico de la situación reside en que la jueza O'Connor es una centrista, cuya posición ha sido arbitral entre los cuatro jueces conservadores y los cuatro jueces liberales de la Corte. En ocasiones -como en la consideración del derecho a un aborto libre y seguro- ha votado con los liberales. En otras -como en la cuestión de la pena de muerte- ha votado con los conservadores.

Si Bush la reemplaza con un juez o una jueza de carácter decididamente conservador, habrá alterado las matemáticas de la Corte por bastante tiempo, puesto que los jueces de la Corte Suprema son irremovibles, excepto por propia voluntad.

Como el presidente de la Corte, el juez Rehnquist, tiene cáncer de tiroides, se había especulado que sería su retiro el que llevaría a la primera modificación de la Corte desde George Bush padre. Pero el juez Rehnquist es un conservador, de todas formas, y su cambio por otro conservador no hubiera cambiado las cosas.

En el Perú sabemos del enorme poder de las cortes constitucionales, aunque es todavía un tema que provoca confusión. Para comenzar, acostumbrados a un concepto de democracia de acuerdo al cual la democracia es el poder de la mayoría para hcer trizas a la minoría, nos parece extrañísimo que el sistema incorpore un mecanismo que puede revisar las decisiones del legislativo o del ejecutivo. En EEUU, los republicanos radicales están molestos con estos nueve jueces cuyo rol es ponerle frenos a la mayoría y creen que ya es hora de tener una Corte Suprema que refleje la realidad política del país, cueste lo que cueste.

¿Cómo es posible, se preguntan, que los jueces hayan concedido el derecho al aborto libre y seguro? ¿En qué parte de la constitución está escrito ese derecho? ¿Cómo es posible que corten los poderes del presidente y le obliguen a darle un juicio justo a los "terroristas" presos en Guantánamo? ¿Cómo se atreven a prohibir que los niños de las escuelas públicas recen al comenzar el día escolar? ¿Cómo permiten la circulación de pornografía? ¿Desde cuándo la libre expresión incluye a "Hustler"?

Un juez literalista, que lea la constitución tal como fue escrita hace 200 años y que la interprete de acuerdo a lo que sus autores deben haber pensado al momento de escribirla, probablemente reflejaría bien las opiniones del votante promedio del sr. Bush. Sin embargo, una corte suprema de 5 literalistas u otra variante de conservadores, sería tremendamente divisiva en un país extremadamente heterogéneo, donde las libertades cívicas que se encuentran en el actual entendimiento constitucional están muy bien asentadas.

¿Tendrán las mujeres que volver a recurrir a las clínicas clandestinas para tener un aborto prohibido? ¿Tendrán los editores que censurar los libros que reciben para sacar lo que pudiera parecer obsceno? ¿Tendrá la gente que preocuparse de si lo que hace en la cama es legal? ¿Tendrán los trabajadores que defender la constitucionalidad del salario mínimo? ¿Tendrán los ilegales que preguntarse si pueden llevar a sus hijos al hospital sin temor a que llegue la "Migra"?

Eso es lo que se juega en los próxmos meses, cuando el Presidente Bush presente a un candidato ante el Senado. Nos ocuparemos de eso muy pronto.

viernes, julio 01, 2005

Matrimonio, a secas

Esta semana, los parlamentos de Canada y España aprobaron sendas leyes reconociendo los matrimonios entre personas del mismo sexo, uniendose de ese modo a Holanda y Belgica, paises en los que las uniones del mismo sexo gozan de plenos derechos.

En Estados Unidos, luego de una decision en 2003 de la Corte Suprema del estado de Massachussetts a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, diversos estados han aprobado enmiendas a sus constituciones para desconocer dicha posibilidad.

El tema se ha convertido en un conflicto político y cultural masivo. Los activistas homosexuales defienden su derecho a casarse como uno mas de sus derechos civiles, exigiendo que el estado les reconozca los mismos beneficios y derechos que reconoce a otras familias. Los sectores tradicionalistas consideran este tipo de union una aberración que viola principios religiosos fundamentales. El tema genera tanto encono que muchos consideran que su utilización -por parte de los republicanos en las últimas elecciones- fue uno de los factores en la victoria de Bush.

¿De qué estamos hablando aquí? Aclaremos las cosas. En primer lugar, el debate concierne el matrimonio como procedimiento civil, llevado a cabo por un Estado. En segundo lugar, hablamos de un contrato por el que dos personas se obligan mutuamente a una serie de compromisos.

De lo primero se sigue que este no es un asunto religioso. Los estados de derecho modernos se afirman en la separación entre la instancia que resguarda nuestros derechos y las diversas instancias que reclaman autoridad sobre nuestras creencias trascendentales. Si el estado casa o no a personas del mismo sexo, su decision no tiene por que basarse en lo que sostiene una u otra religión. Las decisiones legales tomadas sobre la base de lo que plantea una religión son la receta perfecta para las guerras civiles.

De lo segundo, y de la exclusión del carácter religioso de la disputa, se sigue que tenemos que preguntarnos si hay alguna razón intrínseca por la que el contrato del que hablamos tenga que realizarse forzosamente entre personas de distinto sexo. Las leyes matrimoniales de todo el mundo se preocupan de distintos pre-requisitos que buscan garantizar que se trata de un contrato libre: la edad de los contrayentes, su estado de salud, el encontrarse libres de contratos previos, etc.

A nadie se le había ocurrido plantear el pre-requisito de que los contrayentes fueran de distinto sexo. Hay real razón para plantearlo? Para los opositores al matrimonio entre personas del mismo sexo, la cuestion nunca se había planteado por obvia. Del mismo modo, dicen, a nadie se le ocurre plantear que el matrimonio se realice entre seres humanos, por obvio. Pero los que favorecen la nueva institución retrucan, recordando que por mucho tiempo -en los EEUU- se prohibían los matrimonios entre negros y blancos, aunque nada en la definición de matrimonio excluye la posibilidad de que las personas que se casen tengan distintos colores de piel.

Quedemos, entonces, que el único requisito fundamental para entrar en el contrato matrimonial es que los contrayentes sean seres libres, capaces de razonamiento. ¿Por qué esos contrayentes no pueden ser Pablo y Pedro o Marita y Lucía? Porque el sentido del matrimonio es tener hijos, replican algunos, y obviamente no hay forma en que Pablo y Pedro o Marita y Lucía conciban.

Este argumento supone que el sentido del matrimonio es el intercambio de genes entre los contrayentes, lo que es patentemente absurdo, a la vista de millones de parejas que no tienen hijos, ya sea porque no pueden o porque no quieren.

Otra variante del mismo argumento es que el objeto del matrimonio es criar niños, que no debieran ser expuestos a tener dos papás o dos mamás por quién sabe qué impreciso peligro, negando -por lo tanto- no sólo la idea del matrimonio sino la de la adopción de niños por parejas del mismo sexo. Sin embargo, este tipo de adopciones o situaciones de hecho ya lleva décadas de existencia y nada demuestra que los niños en ellas crezcan con alguna patología extraordinaria.

Bien visto, por supuesto, este argumento, no es otra cosa que la expresión del miedo a que los hijos de homosexuales sean homosexuales a su vez. Es decir, el miedo a que haya más homosexuales. ¿Por qué? Imposible saberlo.

En realidad, no hay argumento contra el matrimonio entre personas del mismo sexo que no se reduzca -en última instancia- a lo mismo: prejuicio contra la homosexualidad. Para algunos es malo que exista, es escandaloso y la sociedad no debiera dignificarla de ninguna forma. Reconocer a los gays el derecho de casarse es legitimar su forma de ser; legitimar que haya hombres que tienen sexo con otros hombres, mujeres que tienen sexo con otras mujeres. Horror y abominación. ¿Por qué? Por eso, porque es un horror y abominación. El miedo y el prejuicio son siempre argumentos circulares.

Aquí, en los EEUU, los grupos conservadores y la derecha religiosa admiten abiertamente que el matrimonio "gay" ha sido un regalo del cielo que les permite hacer lo que ya no era políticamente correcto desde un buen tiempo a esta parte: atacar a los homosexuales. Ya bastante creen que han hecho aceptando que salgan del closet, que se manifiesten en la calle, que aparezcan en televisión o que ganen alcaldías y diputaciones. Han ido demasiado lejos y es hora de ponerlos en su lugar.

Y este es -al fin y al cabo- el asunto fundamental. ¿Son los derechos algo que se otorga o se niega a todo ciudadano por el hecho de serlo, o son -más bien- marcadores de distinción y, por lo tanto, privilegios que se otorgan a los que nos gustan porque conforman con la mayoría? Negar a un grupo de personas el derecho de casarse porque no nos gusta lo que hacen en la cama es como negar a otro grupo el derecho de votar porque no no nos gusta su color de piel o su sexo.

Lo que no me queda claro en el debate, en realidad, es otra cosa. ¿Por qué hablar de matrimonio "homosexual" o de matrimonio "gay"? Si le reconocemos a todos y todas el derecho de casarse, y todo matrimonio asi formado es igual en derechos y deberes, entonces poca razón queda para distinguir entre matrimonios "homos y "heteros".

Todos son matrimonios, nomás. La misma promesa, el mismo riesgo, la misma apuesta: un pacto permanente. ¿Por qué no habría de ser legal?