Viviendo con la guerra
Cómo es posible que el gobierno de Bush conviva con el fiasco de la ocupación de Irak? A estas alturas, tanto la motivación espuria para ir a la guerra como la errónea estrategia de estabilización luego del combate convencional han sido expuestos por la prensa. Además, el escándalo permanente del abuso en el sistema de prisiones establecido por los EEUU para ocuparse de sospechosos de terrorismo no deja de ocupar la atención mundial.
La opinion pública se está decantando en contra de la guerra, de acuerdo a recientes encuestas. Los jóvenes ya están "votando con los pies" en contra de al guerra cuando se rehúsan a enrolarse en el ejército. Es imposible ir a una zona pública en Nueva York sin ver a reclutadores pasando panfletos a cada joven que ven. Los padres de familia se han quejado del acceso de reclutadores a los colegios. En fin: hay información crítica y hay malestar público.
Al gobierno nadie le cree cuando propala noticias optimistas sobre las elecciones iraquíes, sobre el entrenamiento de tropas locales, sobre la presencia de aliados, etc. Esta es una guerra librada en una época de comunicaciones fáciles, y los 130mil soldados estadounidenses en Irak tienen correo electrónico, cámaras digitales, websites, blogs y acceso a videoconferencia. Lo que esos 130mil le cuentan todos los días a sus familias se filtra en la sociedad con tanta efectividad como la voz del Presidente.
La razón de la sostenibilidad de esta crisis es múltiple: no hay alternativas creíbles a la ocupación, no hay liderazgos alternativos, la tolerancia a las bajas persiste, y el chauvinismo estadounidense no resiste una derrota.
La primera es la razón fundamental. Retirarse sin más es una opción que muy pocos consideran. El gobierno de Bush ha convencido a la gente de que -cualquiera sean los costos de la guerra en Irak- es mejor tenerla ahi, contenida en territorio enemigo, que acá en el territorio estadounidense. Como en Vietnam, la estrategia aceptada por la mayoría es sencilla: enviar a los soldados de carnada para que atraigan el fuego enemigo y luego replicar con toda la potencia posible. Solo que antes esta estrategia se llevaba a cabo en provincias, valles, aldeas y aquí se lleva a cabo en países enteros: Irak y Afganistán. Aunque se pierdan 2 o 3 soldados por día eso es mejor que perder cientos de civiles si el huidizo enemigo ataca nuevamente en una ciudad principal de Estados Unidos. Hay en Irak, ademas, aliados valiosos que nadie tolera abandonar sin más. EEUU ha estado dispuesto a apoyar a Israel contra toda amenaza por décadas, de manera sostenida y confiable. Difícil es creer que en este caso los EEUU decidieran de pronto desvanecerse.
La segunda es una razón complementaria y que viene de otros procesos. Bush sigue en el gobierno porque construyó una alianza variopinta e inconsistente, pero mayoritaria y estable. Nadie en la oposición ha podido construir algo similar. Más aún: nadie puede construir una alianza antirrepublicana que sea además antiguerra. El pacifismo es una modena de muy escaso valor en la política y al cultura estadounidense. Los núcleos políticos e intelectuales interesados en la política exterior pueden ser intervencionistas o aislacionistas, pero no todo intervencionista es republicano ni todo aislacionista es demócrata.
La tercera razón es que la población aparentemente encuentra la cantidad de bajas muy aceptable. La economía política de las muertes en este caso funciona de la sigueinte manera: se invisibilizan las bajas no fatales (que decuplican las bajas fatales), se minimizan los niveles de bajas comparando lo que ocurre con Vietnam, se rutinizan las bajas al punto de la insensibilización. En la medida en que las muertes no ocurren en situaciones espectaculares, como la muerte de una cantidad elevada de soldados en el mismo incidente o el linchamiento de Faluya, se pueden invisibilizar.
La última razón es el chauvinismo estadounidense. Pocas naciones tienen más autoestima y patriotismo que los EEUU. Aceptar la retirada es aceptar una derrota y la derrota es un tabu en una sociedad basada en la competencia individual. El pacifismo se ve como una "puñalada por la espalda" a las tropas. Incluso en barrios que votan abrumadoramente por los demócratas se hacen colectas de comida y equipo para los soldados. Nadie puede admitir que 1700 soldados estadounidenses han muerto por nada en Irak.
La guerra, pues, continúa por una inercia que nadie puede retar de manera consistente. Bush tiene para más de tres anhos, 2000 soldados más que caigan en el interín parecen no preocupar a nadie, salvo a los demasiado pequeños para ser escuchados. En todo caso sus muertes provocarán más compasión que ira entre los buenos burgueses que cuelgan una banderita en la puerta de la casa pero le advierten a los chicos que no se acerquen al reclutador. Buen tiempo es este para los perros de la guerra.
La opinion pública se está decantando en contra de la guerra, de acuerdo a recientes encuestas. Los jóvenes ya están "votando con los pies" en contra de al guerra cuando se rehúsan a enrolarse en el ejército. Es imposible ir a una zona pública en Nueva York sin ver a reclutadores pasando panfletos a cada joven que ven. Los padres de familia se han quejado del acceso de reclutadores a los colegios. En fin: hay información crítica y hay malestar público.
Al gobierno nadie le cree cuando propala noticias optimistas sobre las elecciones iraquíes, sobre el entrenamiento de tropas locales, sobre la presencia de aliados, etc. Esta es una guerra librada en una época de comunicaciones fáciles, y los 130mil soldados estadounidenses en Irak tienen correo electrónico, cámaras digitales, websites, blogs y acceso a videoconferencia. Lo que esos 130mil le cuentan todos los días a sus familias se filtra en la sociedad con tanta efectividad como la voz del Presidente.
La razón de la sostenibilidad de esta crisis es múltiple: no hay alternativas creíbles a la ocupación, no hay liderazgos alternativos, la tolerancia a las bajas persiste, y el chauvinismo estadounidense no resiste una derrota.
La primera es la razón fundamental. Retirarse sin más es una opción que muy pocos consideran. El gobierno de Bush ha convencido a la gente de que -cualquiera sean los costos de la guerra en Irak- es mejor tenerla ahi, contenida en territorio enemigo, que acá en el territorio estadounidense. Como en Vietnam, la estrategia aceptada por la mayoría es sencilla: enviar a los soldados de carnada para que atraigan el fuego enemigo y luego replicar con toda la potencia posible. Solo que antes esta estrategia se llevaba a cabo en provincias, valles, aldeas y aquí se lleva a cabo en países enteros: Irak y Afganistán. Aunque se pierdan 2 o 3 soldados por día eso es mejor que perder cientos de civiles si el huidizo enemigo ataca nuevamente en una ciudad principal de Estados Unidos. Hay en Irak, ademas, aliados valiosos que nadie tolera abandonar sin más. EEUU ha estado dispuesto a apoyar a Israel contra toda amenaza por décadas, de manera sostenida y confiable. Difícil es creer que en este caso los EEUU decidieran de pronto desvanecerse.
La segunda es una razón complementaria y que viene de otros procesos. Bush sigue en el gobierno porque construyó una alianza variopinta e inconsistente, pero mayoritaria y estable. Nadie en la oposición ha podido construir algo similar. Más aún: nadie puede construir una alianza antirrepublicana que sea además antiguerra. El pacifismo es una modena de muy escaso valor en la política y al cultura estadounidense. Los núcleos políticos e intelectuales interesados en la política exterior pueden ser intervencionistas o aislacionistas, pero no todo intervencionista es republicano ni todo aislacionista es demócrata.
La tercera razón es que la población aparentemente encuentra la cantidad de bajas muy aceptable. La economía política de las muertes en este caso funciona de la sigueinte manera: se invisibilizan las bajas no fatales (que decuplican las bajas fatales), se minimizan los niveles de bajas comparando lo que ocurre con Vietnam, se rutinizan las bajas al punto de la insensibilización. En la medida en que las muertes no ocurren en situaciones espectaculares, como la muerte de una cantidad elevada de soldados en el mismo incidente o el linchamiento de Faluya, se pueden invisibilizar.
La última razón es el chauvinismo estadounidense. Pocas naciones tienen más autoestima y patriotismo que los EEUU. Aceptar la retirada es aceptar una derrota y la derrota es un tabu en una sociedad basada en la competencia individual. El pacifismo se ve como una "puñalada por la espalda" a las tropas. Incluso en barrios que votan abrumadoramente por los demócratas se hacen colectas de comida y equipo para los soldados. Nadie puede admitir que 1700 soldados estadounidenses han muerto por nada en Irak.
La guerra, pues, continúa por una inercia que nadie puede retar de manera consistente. Bush tiene para más de tres anhos, 2000 soldados más que caigan en el interín parecen no preocupar a nadie, salvo a los demasiado pequeños para ser escuchados. En todo caso sus muertes provocarán más compasión que ira entre los buenos burgueses que cuelgan una banderita en la puerta de la casa pero le advierten a los chicos que no se acerquen al reclutador. Buen tiempo es este para los perros de la guerra.
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