La torre de marfil

Este es un espacio para quienes quieren conversar sobre el Perú con la distancia -y marginalidad- de la diáspora. Le daremos particular importancia a la política doméstica y los conflictos culturales de las sociedades del norte para establecer contrastes irónicos en relacion al Perú.

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Nombre: Eduardo Gonzalez
Ubicación: Brooklyn, New York, United States

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viernes, diciembre 12, 2008

Homenaje a Detroit y al abuelo

Mi abuelo siempre ha admirado los Estados Unidos. "Los gringos son muy vivos", dice, y piensa en una mezcla de astucia, malicia, trabajo duro y caracter despierto... siempre preparados para aprovechar cualquier oportunidad o sacarle el jugo a una buena idea, o sacar ventaja de aquellos que no son tan "vivos".

Esa admiracion se debe, probablemente a que cuando Clodomiro -o Clodo, como lo conocemos- era joven, su generacion construyo el pais con maquinaria americana. Un pais placido de ciudades aisladas fue transformado durante el siglo veinte cuando millones de peruanos se descubrieron como trabajadores modernos, como empresarios, como ciudadanos.

A los 16, Clodo era un chiquillo en las barricadas de mi ciudad, Trujillo, peleando contra Sanchez Cerro. Gracias al cielo, sobrevivio y, a los veinte, ya manejaba su propio camion Ford entre Trujillo y Lima a traves de 600 kilometros de arenal donde -en ausencia de pista- los camioneros hacian su propia ruta siguiendo playas y caminos de mula; llevando toneladas de azucar y fruta y trayendo maquinaria y la ideologia del progreso.

Para ahorrar, los Fords se importaban de Detroit solo como chasis y motor. Una vez en el Peru, un carpintero construia en madera una cabina para el conductor y una plataforma para la carga. Luego, los choferes pintaban el camion con colores intrepidos, se buscaban un cura y bautizaban la maquina con el nombre de algun animal feroz: "El Tigre", "El Puma", "El Leon".

Como vivian tras el volante, los choferes se convertian en hibridos de hombre y maquina y terminaban adquiriendo el nombre del carro. Asi, el "Tigre" Bellina y el "Leon" Sanchez se tomarian una cervecita en un restaurancito a la vera del camino gastandole bromas al "Aguila" Molina... De hecho, la aventura revolucionaria de mi abuelo en el Trujillo insurrecto del '32 ocurrio siguiendo el liderazgo de un camionero y organizador sindical, el "Bufalo" Barreto.

El camion del abuelo no era un animal, sino "El Olimpico" porque Clodo, como todos los jovenes de esos años, admiraban a los atletas que en las Olimpiadas de Berlin del 36 se habian atrevido a desafiar y derrotar a la "raza superior" de Hitler. En esto de los apodos, fue un innovador, y pronto otros camioneros comenzaron a bautizar a sus bolidos con nombres venidos de la cultura popular americana: "Tarzan", "King Kong", "Superman", "El Continental".

A la larga, el trabajo del abuelo tras el volante del "Olimpico" (y el trabajo de la abuela criando 7 chicos) termino produciendo muchos camiones mas, y asi vinieron el "Olimpico II" y el III y asi hasta meterse en problemas con los numeros romanos. Mi madre y mis tios aprendieron todos a manejar en esos Fords de metal y madera, desde la simplicidad de su hogar trabajador hasta la universidad. Para manejar semejantes camiones y camionetas, tuvieron que desarrollar buenos brazos y la postura de un jinete de rodeo, cosas que no perdieron despues, cuando los sedan americanos empezaron a llegar al Peru y a transformar el manejo en una seda.

En fin, el hecho es que mi abuelo adora los carros americanos. Con ellos hizo negocios, los manejo, arreglo y vendio. Los veia como la encarnacion de la viveza y terquedad americana que tanto admiraba. Esos camiones gringos de los 30 y 40 treparon los Andes y acortaron el desierto, fueron a la guerra y salvaron el mundo. (Mi abuelo admira tambien mucho a los alemanas, otra gente muy "viva", pero jamas sintio por Rommel y por el Volkswagen ni una fraccion de la admiracion que le despertaron siempre Patton y Ford).

Ya despues del ciclo de los Olimpicos, y tal vez presagiando los problemas de la industria automotriz americana, los dejo y se cambio a Volvos y Scanias. Ese acero sueco era igual de bueno, y era mas barato trabajar con diesel. A pesar de su decision de hombre de negocios, sin embargo, nunca acepto para el nada menos que un buen carro americano, Fords o Chevys. Siempre ha visto por debajo los autos japoneses, y piensa que los coreanos producen latas de gaseosa con ruedas. En cuanto a los carros europeos, los ve como piezas de joyeria, autentica relojeria de lujo que no puede sobrevivir la subida a Ticlio... salvo el milagroso Citroen, pero eso ya es otra historia...

El resultado de todo este cuento, es que desde chico me la pase leyendo Mecanica Popular, pensando que no habia mejor carro en el mundo que un Mustang, y boquiabierto cuando veia esos supertrailers con un minidepartamento para el conductor y espacio de carga para doce automoviles. Desde que vivo en Nueva York, no dejo de tomar fotografias mentales de los rascacielos, pero tambien de las gruas rodantes con que los construyen: Goliats de cincuenta metros de altura que balancean con su inmenso brazo metalico toneladas de acero con la misma gracia con que una camarera bonita sirve el postre; y siempre pienso "Pucha, esto lo tendria que ver el abuelo". Cuando los camioneros hacen huelga, yo los apoyo automaticamente...

Asi que hoy, leyendo las noticias, me pregunto que pensara el abuelo, a sus 93, cuando sepa que Detroit se enfrenta al fin, luego de perder una vez mas una apuesta enorme, absurda, irresponsable y magnifica. Pensara que los gringos ya no son tan vivos? Sera que ha llegado el momento de aceptar la victoria de las latas de gaseosa con ruedas? Estara molesto con los genios de las finanzas que crearon y destruyeron fortunas virtuales de papel, arruinando a la verdadera economia de sudor y acero? Sera que -siempre el pionero- le apuesta a un futuro solar y verde?

Lo llame para preguntarle... pero no estaba. Como es obvio, estaba manejando.