La torre de marfil

Este es un espacio para quienes quieren conversar sobre el Perú con la distancia -y marginalidad- de la diáspora. Le daremos particular importancia a la política doméstica y los conflictos culturales de las sociedades del norte para establecer contrastes irónicos en relacion al Perú.

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Nombre: Eduardo Gonzalez
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viernes, enero 12, 2007

Irak: mas de lo mismo

Más de lo mismo

El Sr. Bush ha anunciado lo que llama una “nueva estrategia para Irak”, consistente en tres grandes elementos: un aumento del número de tropas estadounidenses para reforzar al ejército iraquí; mayor exigencia al gobierno de Kamal al-Maliki para reducir la polarización entre sectas religiosas; y mayor presión sobre Siria e Irán para impedir apoyos a las distintas fuerzas insurgentes activas en el pais.

Al mismo tiempo, el sr. Bush ha cambiado el estado mayor de sus fuerzas en Irak; sus embajadores en ese país y en la ONU; su secretario de defensa y su subsecretario de relaciones exteriores. Ha cambiado su discurso, desechando el triunfalismo habitual por un tono más moderado y ha anunciado su apertura a trabajar con el Partido Demócrata –en control del Congreso- para lograr la victoria en Irak.



Sin embargo su estrategia hace agua sin haber empezado. En el terreno militar, el aumento de tropas no cambia el problema principal: un ejército ultramoderno y tecnificado como el estadounidense está compuesto en su mayoría por personal de apoyo. De los 132,000 soldados desplegados en Irak, no más de un tercio son –en efecto- tropa de combate, fuertemente presionada por largas estadías en el terreno y la sangría permanente de más de un centenar de ataques diarios de una insurgencia adaptable y feroz. 20,000 soldados más –lo prometido por Bush- pueden ser un refuerzo necesario, pero siguen siendo poco. El ejército iraquí es una ficción, dividido por la polarización sectaria, corrupto, desmoralizado e incapaz de presentar batalla a la altura de lo requerido por sus patrones. Las deserciones abundan, el robo de armas es masivo y su calidad de combate es inexistente. En el mejor de los casos, la ofensiva militar prometida por Bush hará que las distintas insurgencias escojan otros escenarios para seguir erosionando el poderío americano.



El aspecto político de la guerra es una pesadilla: el conflicto entre facciones religiosas es tan o más brutal que el conflicto contra las tropas de ocupación. El gobierno de al-Maliki está dominado por fracciones chiíes radicales sujetas al mandato del extremista Muqtada al-Sadr quien, a su vez, sostiene un creciente acercamiento a Irán y se opone a todo tipo de conciliación con los suníes. El propio al-Maliki no ha vacilado en criticar a su aliado americano y se ha opuesto al reforzamiento de las tropas de ocupación. Los iraquíes, en la práctica, están pidiendo que les dejen solos para masacrarse en libertad.

Diplomáticamente, los Estados Unidos están profundamente aislados. Amenazar a Irán por su apoyo a las milicias chiíes sólo profundiza el enfrentamiento ya existente sobre las ambiciones nucleares de los ayatolas. Siria, por su parte, puede responder a cualquier presión sobre Irak fortaleciendo a su aliado Hezbolá en el Líbano. Bush no tiene ningún incentivo que ofrecer a dos países que han mostrado no cambiar su curso ante las amenazas.

Pero tal vez el peor problema que enfrenta Bush es la batalla doméstica. El voto de noviembre, que le arrancó el control del Congreso, fue claramente un referendo contra la guerra. Peor aún, con elecciones presidenciales en dos años, Bush no puede esperar apoyo de sus propios congresistas, muchos de los cuales tienen ambiciones que les impiden una ruptura con la voluntad del electorado. Ayer, la sra. Rice, secretaria de relaciones exteriores, fue vapuleada por senadores de ambos partidos cuando fue a presentar la “nueva estrategia” del presidente y se puede esperar una penosa lucha para conseguir fondos para esta escalada militar en una guerra que cuesta hasta ahora 350 mil millones de dolares (cinco veces el PBI del Perú).

Lo máximo que podría ocurrir con el plan B de Bush es que –con los fondos suficientes, extraídos a un alto precio político- estabilice Bagdad por un tiempo para permitir una limpieza étnica llevada a cabo por los chiíes, en tanto que la insurgencia continúa la batalla en otras ciudades clave del país como Mosul y Kirkuk. Como las fuerzas americanas están en su límite y no hay como reclutar más sin instalar el servicio militar obligatorio, no habría otra alternativa que dejar Bagdad y repetir la aventura en otras ciudades. En algún momento, al-Maliki que en términos reales no es siquiera el alcalde de Bagdad será descartado por los radicales o bien los suníes moderados se retirarán del parlamento y del gobierno, iniciando una auténtica guerra civil. En ese momento, Bush le dejará al siguiente presidente la ingrata tarea de apagar la luz en la embajada y despegar helicópteros desde las azoteas.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Vivias en Brooklyn en los 80´s o en el Peru? Quizas los "tribunales populares" de los pensamientos maoistas o polpotianos te parezcan mas justos, estoy seguro que desde la seguridad de New York se ve con mucha mas objetividad lo que sucede en nuestros pueblos al sur de Estados Unidos - Los Prisioneros.

1:49 a. m.  

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