Los inmigrantes y el derecho a la felicidad
En una de las "Cronicas marcianas" de Ray Bradbury, un pueblo en el sur de los Estados Unidos despierta un dia para encontrar que el barrio de los negros ha sido abandonado y que, lentamente pero con determinacion, una larga columna de sirvientes, jardineros, obreros y mucamas marcha hacia el cohete que les llevara a Marte, lejos de una vida de servidumbre.
Entonces ocurre algo extrano: a pesar de siglos de desprecio, los blancos descubren que no pueden vivir sin ese grupo que trabaja en sus campos y lava sus camisas, esa raza siempre dispuesta a obedecer o a servir de conveniente objeto de odio y violencia. Desesperados ante la posibilidad de quedarse solos, persiguen a los emigrantes y les reclaman que vuelvan al trabajo, que muestren algo de respeto, que se aferren a sus pocas posesiones en el pueblo en vez de partir hacia un mundo incierto.
Algo asi ha pasado ayer en las calles de las principales ciudades de los Estados Unidos, cuando cientos de miles de inmigrantes ilegales han salido a las calles, no para tomar un cohete a otro mundo, sino para reclamar su lugar en una sociedad que vive de su trabajo pero los invisibiliza y desprecia. Los ciudadanos americanos han tenido que reconocer que su vida cotidiana depende del esfuerzo de aquellos del otro lado del mostrador, los que suben a los andamios, limpian oficinas o cosechan los campos.
A mediodia, un oficinista que hacia cola en el restaurante donde almuerzo se quejaba por la falta de ensaladas. El duenho -un coreano de muy pocas pulgas- le miro, se encogio de hombros y mascullo que el que hace las ensaladas no vino a trabajar porque estaba en la protesta. Nada que hacer: el gringo se quedo sin su ensalada porque nadie mas que un ilegal acepta cortar lechugas por el salario minimo.
Al mismo tiempo, a un par de cuadras en Battery Park, a la vista de la estatua de la libertad, unos dos mil ilegales, en su abrumadora mayoria latinos, agitaban banderas americanas, mexicanas, peruanas, salvadorenhas y ecuatorianas. Las consignas recordaban las tradiciones organizativas de los paises de donde provenian: "Luchar, crear, poder popular!", "El pueblo unido jamas sera vencido", "Pueblo, escucha y unete a la lucha!"
A los lemas sindicalistas tradicionales se agregaba una fuerte voluntad de asimilacion: las banderas americanas eran mayoritarias y se gritaba a voz en cuello, con todos los acentos del sur del Rio Grande "We are America!" Un par de ninhas, ante la llegada de la television, subio a un podio improvisado para cantar en el mejor acento de Brooklyn el himno americano, y al terminar fueron saludadas por masivos "Wow! y Yeah!"
Y para agregar mas complejidad al movimiento, se hacia notar una fuerte inspiracion religiosa: una de las lideres de la manifestacion tomo el microfono para comparar al pueblo inmigrante de hoy con los israelitas bajo el cautiverio egipcio. Tal como en el movimiento por los derechos civiles hace 40 anhos, los manifestantes de hoy le exigen al faraon libertad para el pueblo y le amenazan veladamente con siete plagas, de insistir en la soberbia.
El detonante de la protesta ha sido la ley "Contra el terrorismo, por la proteccion de fronteras y contra la inmigracion ilegal" aprobada en febrero en la Camara de Representantes a iniciativa del republicano de Wisconsin James Sensenbrenner (http://www.house.gov/sensenbrenner). Segun la ley, debera construirse un muro de 1100 kilometros en los puntos de la frontera con Mexico que se utilizan para el cruce ilegal; se convierte en delito punible con carcel de hasta diez anhos la estadia ilegal en EEUU y se castiga con las mismas penas a quienes ayudan a los inmigrantes con cualquier tipo de amparo. Aunque la ley no es vigente hasta que el Senado no la confirme, es una clara amenaza contra la vida de millones de personas.
La ley es un desproposito. Justificada como un castigo a quienes han roto las leyes de inmigracion, desconoce que la elevacion del numero de ilegales en la ultima decada se debe mas a la dureza de las leyes que a su moderacion. Las barreras y patrullajes en las zonas normales de cruce han llevado a los inmigrantes a arriesgar el salto en las zonas mas brutales y a invertir mucho mas en el esfuerzo. Una vez adentro, luego de varios intentos fallidos y habiendo gastado muchisimo dinero en la empresa, hay mucho menos estimulo a volver y -por el contrario- una fuerte necesidad de quedarse por mas tiempo para reponer las perdidas.
Y la ley es ademas un monumento a la hipocresia. Enfrentados al argumento de que los EEUU son un pais de inmigrantes, Sensenbrenner y otros arguyen que los actuales americanos descienden de inmigrantes que no rompieron la ley para entrar. El argumento tienta a la burla mas que al debate, puesto que es ridiculo comparar el marco permisivo que se aplico a la migracion europea durante el siglo XIX con las prohibiciones brutales aplicadas a la migracion latinoamericana desde fines del siglo XX.
La ley es -por ultimo- futil, porque no puede detener un hecho de escala mundial como la globalizacion economica. Es imposible que -en un mundo donde los capitales se trasladan de pais a pais con un sencillo clic- la fuerza laboral vaya a aceptar vegetar dentro de fronteras que se revelan cada vez mas irrelevantes. Como dijo un manifestante ayer: "que las grandes empresas lucren en nuestros paises esta bien, pero ay de nosotros si nos atrevemos a querer una vida mejor buscando trabajo aqui!"
Las manifestaciones, que empezaron apenas aprobada la ley Sensenbrenner, han sido masivas: once millones de inmigrantes ilegales (75% latinoamericanos) ven sus intereses afectados y han empezado a experimentar en sus comunidades el efecto de politicas mas agresivas de parte de la "migra": familias forzosamente separadas, prision por ir a trabajar, miedo de mandar a los chicos al colegio, etc.
El exito de las primeras protestas ha consolidado una poderosa alianza de grupos hispanos y sindicatos que encontro un estupendo pretexto organizativo en la cercania del Primero de Mayo, dia internacional de los trabajadores. En EEUU, este dia no se celebra y -en cambio- se mantiene un "dia del trabajo" en setiembre, que las grandes cadenas comerciales han convertido en una fecha de gangas. Pues bien: hoy cientos de miles de trabajadores salieron a la calle reivindicando el Primero de Mayo como un dia de lucha.
En Nueva York, ciudad cosmopolita, la gran mayoria de la poblacion ve el movimiento inmigrante con simpatia. No ocurre lo mismo en Texas o en ciertas regiones de California; de hecho el grupo paramilitar "Minutemen" hizo una contraprotesta en la frontera con Mexico irguiendo un muro simbolico de 400 metros de largo. Del mismo modo -y tal vez porque este es el anho del evangelio de Judas- un grupo de hispanos republicanos lanzo hoy el grupo "Tu no hablas por mi!" de profesionales latinoamericanos que inmigraron y obtuvieron su residencia legalmente y se oponen a las manifestaciones de sus (ex) compatriotas menos afortunados.
La prensa ha sido moderada: ninguna cadena cubre los acontecimientos con estridencias, y el New York Times ha saludado el movimiento aunque ha manifestado preocupacion por el llamado de los inmigrantes mas radicales a boicotear la economia americana. Otros comentaristas recomiendan a los manifestantes que lleven banderas americanas y no las de sus respectivos paises, para evitar ofender a los ciudadanos anglos. Por ultimo, algunos grupos conservadores atinan a sugerirle al partido republicano que no confronte a una poblacion que -aunque ilegal- es profundamente conservadora en sus valores familiares y religiosos y puede convertirse en una base importantisima en el futuro.
Pero la prudencia de los moderados no puede prever las reacciones viscerales de los sectores xenofobos para los cuales los inmigrantes no pueden hacer nada bien. Si llevan banderas mexicanas, son desleales y no merecen estar aqui. Si, entonces llevan banderas americanas y traducen el himno americano al espanhol, ofenden la pretendida pureza anglosajona de los EEUU. En no pocas ciudades ha habido contramanifestaciones de grupos pequenhos con cartelones que rezaban "vuelvanse a su pais" y en el blog de la cadena Fox, habia quien clamaba por que la policia arreste a los 400mil que tomaron las calles de Chicago y los ponga en el primer avion a Mexico.
En realidad, el radicalismo de los manifestantes nunca ha sido mas correcto tacticamente que ahora: el gobierno de Bush se encuentra en una posicion de terrible debilidad. Las elecciones parlamentarias de Noviembre han motivado una corrida masiva al centro por parte de legisladores republicanos que quieren alejarse lo mas que puedan de la imagen de un presidente desprestigiado. Si lo que se quiere es que el Senado reconsidere la ley Sensenbrenner e imponga su propia version, ahora es cuando hay que presionar, y con fuerza.
Las manifestaciones de ayer, con su eclecticismo ideologico y su hibridez linguistica, muestran un pais distinto a los EEUU del estereotipo y nos recuerdan que este es un pais fundado no sobre la identidad racial o cultural, sino sobre una promesa constitucional que se ha mantenido intacta por mas de 200 anhos: el derecho a la vida, la libertad y a la felicidad.
No conozco otra constitucion que consagre el derecho a ser feliz. Eso es lo esencial del famoso "suenho americano": que para algunos ese suenho se mida en adquisiciones materiales y para otros en libertades es secundario. Lo principal es -precisamente- que esta es una sociedad que consagra el indeclinable e individual derecho de decidir como vivir la vida propia.
Hoy dia, al terminar la marcha en Battery Park, un manifestante disfrazado de estatua de la libertad -que normalmente se gana la vida posando inmovil para que los turistas se tomen fotos a su lado- se saco la mascara y se sento -agotado- a descansar. Bajo la mascara que remedaba el rostro clasico de la estatua original, estaba un colombiano sudoroso, que fue inmediatamente rodeado por los periodistas que percibieron la ironia de que el rostro mas reconocido de la nacion fuese -en realidad- el resultado de la performance invisible de un inmigrante ilegal.
A lo lejos, la verdadera estatua parecia tambien a punto de quitarse la mascara.
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