Cosecha de tempestades
El 2006 es el año de la verdad para el Sr. Bush. Con todavía tres años más para gobernar, la suerte de su presidencia se juega en seis escenarios críticos: la guerra en Irak, la situación económica, las investigaciones judiciales que afectan a varios miembros de su entorno, el escándalo de las escuchas telefónicas, la elección de miembros de la Corte Suprema y las elecciones parlamentarias de Noviembre.
Por supuesto, cuando una batalla se juega en tantos campos distintos es difícil que haya derrotas o victorias aplastantes. Con un mínimo de capacidad de gestión y buena suerte, el gobierno debiera ser capaz de evitar una catástrofe. Pero el riesgo, luego del desastroso 2005, es real.
A) Veamos el panorama en Irak: la insurgencia no da señales de debilitarse, pero tampoco de aumentar. El conflicto ha alcanzado una “meseta” militar y su futuro es político. Si los americanos lograsen que shiíes y kurdos acepten no excluir del poder a la minoría sunita, podrían al menos limitar las posibilidades de expansión del enfrentamiento. Al mismo tiempo, la mera prolongación del conflicto en su situación actual no es buena: el público muestra signos de cansancio frente a la continua sangría y el ejército tiene dificultades para renovar tropas.
B) La evolución de la economía en el 2006 es un misterio absoluto. En el 2005, la economía americana desafió toda predicción pesimista: creció pese al petróleo caro, fortaleció el dólar pese a la persistencia del déficit comercial y fiscal y mantuvo el crecimiento del mercado inmobiliario. La bolsa no perdió valor y el empleo ha crecido, modestamente, pero ha crecido. Los efectos de la situación económica en la presidencia dependerán, por supuesto, no de los números, sino de las percepciones. Si la gente siente que las hipotecas para la casa, que los intereses en las tarjetas de crédito suben y que es muy caro comprar gasolina, le dará poca importancia a lo bien que se vea la economía en el papel.
C) En cuanto al frente judicial, la cosa no pinta bien para los republicanos: hoy se anuncia que Jack Abramoff –“lobbyista” profesional acusado de corrupción- ha aceptado beneficios judiciales a cambio de formas de colaboración eficaz que pueden implicar a una serie de republicanos de alto nivel en el congreso, como el representante Tom DeLay y el senador Bill Frist. Agréguese a esto que la actual investigación sobre el “soplo” que reveló la identidad de una agente de la CIA –Valerie Plame- continúa, y que puede implicar al Sr. Karl Rove, jefe de gabinete del Presidente. El riesgo es evidente: Bush puede perder a sus mejores operadores políticos y quedar aislado en el ápice del poder.
D) El escándalo de las escuchas telefónicas es resultado de una investigación recientemente publicada por el “New York Times” que ha descubierto que el Presidente ordenó –sin orden judicial- interceptar comunicaciones de ciudadanos estadounidenses con el extranjero. La cosa es grave porque lograr autorización judicial en el marco de la “guerra contra el terrorismo” no es difícil y todo el asunto huele a mero autoritarismo presidencial. No se sabe aún si el programa de escuchas fue efectivamente útil o si resultó en invasiones gratuitas de la privacidad, pero es de esperar que en los próximos meses se sepa más.
E) En cuanto a la Corte Suprema, el Sr. Bush está intentando que el Senado confirme a su nominado, el juez conservador Samuel Alito. Aunque parece difícil que la minoría demócrata decida bloquear al juez Alito, el procedimiento de nominación puede ser políticamente penoso sometiendo al juez a un duro interrogatorio sobre sus posiciones doctrinales y exponiéndolo como un extremista de derecha, opuesto a libertades que la mayoría de americanos acepta como hecho, particularmente en el caso de los derechos reproductivos de las mujeres.
F) Malas noticias en Irak y el frente judicial –peor aún, revelaciones embarazosas sobre las escuchas telefónicas- pueden resultar en un descalabro electoral. Este año se renuevan un tercio del senado y la totalidad de la cámara de representantes. Dependiendo de qué encuestas se miren, los republicanos pueden salvar su mayoría en ambas cámaras a duras penas o perder el Senado. Si esto ocurre, Bush quedaría por primera vez expuesto a la venganza demócrata, puesto que la agenda presidencial sería vetada y –lo más grave- porque la posibilidad de un desafuero presidencial (“impeachment”) si se establece que el sr. Bush cometió actos inapropiados en la conducción de la “guerra contra el terror” o en Irak.
El problema para Bush es que los factores “A”, “B”, “C” y “D” están fuera de su esfera de influencia. Los aliados shiíes y kurdos en Irak han resultado impredecibles y extremadamente torpes, la economía es un albur que se juega más en China e India que en Estados Unidos, y no hay forma de influir a los jueces o acallar a la prensa.
Eso no significa, por supuesto, que los republicanos vayan a sentarse sobre sus manos a la espera de la buena suerte. Pueden hacer dos cosas. Una es una estrategia radical: independientemente de lo que ocurra en Noviembre confirmar a Alito en la Corte Suprema a toda costa. Así, si las elecciones de Noviembre son desastrosas, al menos habrán logrado imponer una firme mayoría conservadora en la todopoderosa (y vitalicia) Corte Suprema. Otra es una estrategia de repliegue ordenado, priorizando las elecciones, lo que puede implicar concesiones a los demócratas (y a los votantes de familias militares) en relación a Irak. La primera es suicida, pero es la estrategia más coherente con el radicalismo del Sr. Bush y de sus bases. La segunda requeriría de un altísimo nivel de sofisticación y manejo de prensa, pero es difícil que funcione si el cuartel general republicano pierde gente como resultado de las investigaciones judiciales.
Para ir de malas en el 2006, pues, el sr. Bush no necesita tempestades provenientes del Golfo de Mexico. Le basta y sobra con aquellas nacidas de los vientos que –con tanto esmero- sembró.
Por supuesto, cuando una batalla se juega en tantos campos distintos es difícil que haya derrotas o victorias aplastantes. Con un mínimo de capacidad de gestión y buena suerte, el gobierno debiera ser capaz de evitar una catástrofe. Pero el riesgo, luego del desastroso 2005, es real.
A) Veamos el panorama en Irak: la insurgencia no da señales de debilitarse, pero tampoco de aumentar. El conflicto ha alcanzado una “meseta” militar y su futuro es político. Si los americanos lograsen que shiíes y kurdos acepten no excluir del poder a la minoría sunita, podrían al menos limitar las posibilidades de expansión del enfrentamiento. Al mismo tiempo, la mera prolongación del conflicto en su situación actual no es buena: el público muestra signos de cansancio frente a la continua sangría y el ejército tiene dificultades para renovar tropas.
B) La evolución de la economía en el 2006 es un misterio absoluto. En el 2005, la economía americana desafió toda predicción pesimista: creció pese al petróleo caro, fortaleció el dólar pese a la persistencia del déficit comercial y fiscal y mantuvo el crecimiento del mercado inmobiliario. La bolsa no perdió valor y el empleo ha crecido, modestamente, pero ha crecido. Los efectos de la situación económica en la presidencia dependerán, por supuesto, no de los números, sino de las percepciones. Si la gente siente que las hipotecas para la casa, que los intereses en las tarjetas de crédito suben y que es muy caro comprar gasolina, le dará poca importancia a lo bien que se vea la economía en el papel.
C) En cuanto al frente judicial, la cosa no pinta bien para los republicanos: hoy se anuncia que Jack Abramoff –“lobbyista” profesional acusado de corrupción- ha aceptado beneficios judiciales a cambio de formas de colaboración eficaz que pueden implicar a una serie de republicanos de alto nivel en el congreso, como el representante Tom DeLay y el senador Bill Frist. Agréguese a esto que la actual investigación sobre el “soplo” que reveló la identidad de una agente de la CIA –Valerie Plame- continúa, y que puede implicar al Sr. Karl Rove, jefe de gabinete del Presidente. El riesgo es evidente: Bush puede perder a sus mejores operadores políticos y quedar aislado en el ápice del poder.
D) El escándalo de las escuchas telefónicas es resultado de una investigación recientemente publicada por el “New York Times” que ha descubierto que el Presidente ordenó –sin orden judicial- interceptar comunicaciones de ciudadanos estadounidenses con el extranjero. La cosa es grave porque lograr autorización judicial en el marco de la “guerra contra el terrorismo” no es difícil y todo el asunto huele a mero autoritarismo presidencial. No se sabe aún si el programa de escuchas fue efectivamente útil o si resultó en invasiones gratuitas de la privacidad, pero es de esperar que en los próximos meses se sepa más.
E) En cuanto a la Corte Suprema, el Sr. Bush está intentando que el Senado confirme a su nominado, el juez conservador Samuel Alito. Aunque parece difícil que la minoría demócrata decida bloquear al juez Alito, el procedimiento de nominación puede ser políticamente penoso sometiendo al juez a un duro interrogatorio sobre sus posiciones doctrinales y exponiéndolo como un extremista de derecha, opuesto a libertades que la mayoría de americanos acepta como hecho, particularmente en el caso de los derechos reproductivos de las mujeres.
F) Malas noticias en Irak y el frente judicial –peor aún, revelaciones embarazosas sobre las escuchas telefónicas- pueden resultar en un descalabro electoral. Este año se renuevan un tercio del senado y la totalidad de la cámara de representantes. Dependiendo de qué encuestas se miren, los republicanos pueden salvar su mayoría en ambas cámaras a duras penas o perder el Senado. Si esto ocurre, Bush quedaría por primera vez expuesto a la venganza demócrata, puesto que la agenda presidencial sería vetada y –lo más grave- porque la posibilidad de un desafuero presidencial (“impeachment”) si se establece que el sr. Bush cometió actos inapropiados en la conducción de la “guerra contra el terror” o en Irak.
El problema para Bush es que los factores “A”, “B”, “C” y “D” están fuera de su esfera de influencia. Los aliados shiíes y kurdos en Irak han resultado impredecibles y extremadamente torpes, la economía es un albur que se juega más en China e India que en Estados Unidos, y no hay forma de influir a los jueces o acallar a la prensa.
Eso no significa, por supuesto, que los republicanos vayan a sentarse sobre sus manos a la espera de la buena suerte. Pueden hacer dos cosas. Una es una estrategia radical: independientemente de lo que ocurra en Noviembre confirmar a Alito en la Corte Suprema a toda costa. Así, si las elecciones de Noviembre son desastrosas, al menos habrán logrado imponer una firme mayoría conservadora en la todopoderosa (y vitalicia) Corte Suprema. Otra es una estrategia de repliegue ordenado, priorizando las elecciones, lo que puede implicar concesiones a los demócratas (y a los votantes de familias militares) en relación a Irak. La primera es suicida, pero es la estrategia más coherente con el radicalismo del Sr. Bush y de sus bases. La segunda requeriría de un altísimo nivel de sofisticación y manejo de prensa, pero es difícil que funcione si el cuartel general republicano pierde gente como resultado de las investigaciones judiciales.
Para ir de malas en el 2006, pues, el sr. Bush no necesita tempestades provenientes del Golfo de Mexico. Le basta y sobra con aquellas nacidas de los vientos que –con tanto esmero- sembró.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home